Dos hermanos siameses, unidos para toda su vida, inseparables. Encerrados en el mismo cuerpo y obligados a entenderse para que el cuerpo funcione. Pero no dejan de ser hermanos y, por lo tanto, se llevan la contraría continuamente solo por el hecho de llevarle la contraria al otro.
Noches enteras discutiendo. Otras tantas noches enteras de fiesta. Días enteros sin hablarse y otros tantos días enteros riendo.
Mi mente y yo. Yo y mi mente. Dos hermanos siameses encerrados en el mismo cuerpo.