Ella salía de su trabajo a la hora de siempre pero cuando ya estaba cerrando la puerta se dio cuenta de que su teléfono móvil aun estaba encima del mostrador. Perdió unos segundos en recuperarlo y cuando volvió a salir se encontró de frente con él. Aquel chico que había sido su primer amor hace ahora 10 años. Estaba visiblemente más mayor. Menos pelo, más ojeras. Pero la misma cara dulce que la enamoró cuando era un niña. Él fue más rápido en volver en sí mismo.
– Hola. Cuánto tiempo.- Dijo poniendo aquella sonrisa de medio lado que tanto le gustaba.
– Hola, pues si.- Ella bajó su mirada al suelo por vergüenza.
– Así que sigues trabajando aquí, es genial. ¿Quieres tomar algo ahora y nos ponemos al día?
– No, lo siento, no puedo. Me están esperando.
– De acuerdo, no hay problema. Me alegro de verte, cuidate.- Él llevaba el discurso preparado pero parecía claro que su plan no había salido como pensaba.
– Yo también me alegro… Adiós.
Él no se movió de su sitio. Ella se dio la vuelta y empezó a caminar. Cuando ya llevaba unos metros le escuchó llamarla.
– ¡Espera!
Ella se dio la vuelta y le miró aun sin responderle.
– Siento… Lo de aquellos años… No me porté bien. Lo siento, de veras.
Ella guardó esas palabras en su cabeza, en una caja fuerte bien cerrada para que nunca más volvieran a salir de su mente.
– No te preocupes, no tienes nada que sentir.