Cuando Xurxo se miró las manos pensó en lo terrorífico que es tener miedo. El miedo a tener miedo. Pensó en cada una de las veces que dejó de hacer algo por miedo a que alguien se lo reprochara, o por miedo al fracaso.
– ¡Cuántas oportunidades perdidas!- Pensó. – A partir de ahora dejaré de tener miedo.
Se limpió las manos de la tierra y observó tranquilo lo poco que quedaba del agujero en la tierra.
– ¡Ya no podrás volver a darme miedo!