La noche ya era la protagonista en el cielo. A esa misma hora, como todas las noches, Xoan conducía su coche acompañado de su novia para dejarla en su casa. Cuando llegó delante de su portal, se detuvo para despedirse hasta el día siguiente.
– Espera, no pares aquí.
– ¿Por qué?
– Porque aquí nos ven desde ese bar. Para más adelante.
– ¿Y qué problema hay que nos vean desde el bar?
– Que no quiero que se enteren de mi vida.
– ¿Por?
– Porque luego lo andan a cotillear por toda la calle.
– Pues no lo entiendo. ¿Qué tiene de malo? ¿No te gusta que la gente sepa que estás conmigo?
– Sí, pero no es eso, no me gusta que la gente hable de mí.
La conversación siguió unos minutos más, pero él ya no prestó atención. Cuando ella se bajó del coche y se metió en su casa, reanudó su marcha. Bastante triste ya que no entenía porqué tenía que esconderse para que no la vieran con ella.
Se desvió de su camino a casa, y subió el volumen de la radio.
Cambia de novia.
O que vaya a su casa andando.