Una mañana que no tienes que madrugar. Entrar en la cocina y ver tu desayuno hecho. Mirar por la ventana un día soleado. Una carta en el buzón de alguien que se acuerda de ti. Tu programa favorito en la televisión. Un capricho. Una canción que te hace recordar. Un olor que no conocías desde la infancia. Un servicio más en la mesa para la cena. Un viaje sin prisas. Estar rodeado de desconocidos y encontrarte con un amigo. Alguien hablando bien de ti a tus espaldas. Terminar de leer un libro. Gustarte ante el espejo. Tu diario de adolescente. Que la persona que te gusta te mire y te hable. Hacer felices a tus padres. Una toalla lavada con suavizante. Recordar un chiste viejo. Que te cojan de la mano. Cerrar los ojos. Completar un crucigrama. Responder bien a una pregunta. Hacer un postre. Encontrar a alguien con tus gustos. Una ducha. Una visita. Una fotografía en blanco y negro. Encontrar algo que perdiste hace tiempo. Hacer un regalo sin que sepan que es tuyo. Alguien en el interior de un autobús que te observa por la ventana, y te sonríe.