Sientes esa sensación en la garganta, un pinchazo que te hace subir una sensación extraña por la garganta hasta la nariz. Tragas saliva para posponer lo inevitable, ya sabes que va a ocurrir. No quieres hablar porque precipitarías lo que no quieres.
No puedes evitarlo por más tiempo. No te salen las palabras. No eres capaz de pensar en nada. Lo que siempre se te dio bien, ahora no eres capaz ni de empezarlo. Se te empiezan a humedecer los ojos, y lloras. No sabes por qué, no sabes cuál es la razón por la que estás llorando. Sólo quieres hacerlo, lo necesitas.