Xoan miró hacia abajo y perdió su mirada entre los peatones que caminaban inconscientes de que alguien quería caerles encima. Se echó un poco más hacia delante, en el bordillo, con las piernas colgando de la repisa y la sensación permanente de que los zapatos se le iban a caer.
─ Es una locura ─ pensó ─ pero tengo que hacerlo. Lo necesito.
Sus últimos días habían sido bastante extraños para él. Acostumbrado a una vida tranquila y sin complicaciones, todo cambió el día que escuchó a aquella persona. Una de esas llamadas equivocadas, pero demasiado tarde para darse cuenta de que el número marcado no era el correcto. Habló con ella, y le gustó. Más de lo que cualquiera de los dos hubiese deseado. Día tras día ella se volvía a equivocar de número y volvía a hablar con él. Y la deseaba cada vez más.
Su locura empezó a tomar forma. Las llamadas casuales ya eran cotidianas. Su curiosidad se transformó en obsesión y de la obsesión a la persecución. Lo quería saber todo sobre ella. Su vida, su pasado, su futuro, sus intimidades…
Un día, Xoan dejó de recibir sus llamadas. Ni hoy, ni ayer, ni antes de ayer… No sabía porqué ni tenía ninguna explicación. No lo pensó más. No quería seguir sin ella. No podía.
Y saltó.
Esta historia habla de cómo la obsesión por conseguir algo que queremos puede provocar que lo perdamos definitivamente. A Xoan más le valía haberse andado con pies de plomo y no ser tan compulsivo.
A veces los pies de plomo lo unico que hacen es estorbarnos.